Sin cerros no hay agua, sin cerros no hay vida

Salvemos los cerros

 

La expansión urbana de CUU es retroceso, no progreso
Durante muchos años la gente que habitamos Chihuahua hemos coexistido con la idea de que la expansión de la mancha urbana es sinónimo de progreso y desarrollo, sin embargo, estos planteamientos que forman parte de ideologías del siglo pasado no encuentran en la realidad ninguna evidencia para sustentarlos. Sin embargo y por desgracia no son las evidencias científicas las que dirigen el crecimiento urbano de la ciudad de Chihuahua, sino intereses políticos y económicos que en el corto, mediano y largo plazo, terminarán por poner en peligro la existencia misma de la población de Chihuahua. A continuación, pasamos a demostrar nuestros dichos:
1. La ciudad de Chihuahua actualmente posee una superficie urbana de aproximadamente 782.89 kilómetros cuadrados con una población aproximada de 878 mil personas. Mientras la población se duplicó en los últimos 40 años, la ciudad creció 5 veces su tamaño. Comparada con Nueva York, una de las ciudades más avanzadas del continente y el mundo entero, Nueva York tiene una población de 8 millones 420 mil habitantes aproximadamente, casi 10 veces la población de Chihuahua y la mancha urbana de la ciudad norteamericana es… ¡783.8 km2! Es decir, prácticamente la misma superficie de ciudad de Chihuahua, pero cuenta con más de una docena de hospitales de primer nivel, decenas de universidades, más de 1,700 parques y un salario mínimo donde en una hora de trabajo se gana lo equivalente a un día de trabajo en Chihuahua. Esta razón debería bastar.
2. La expansión urbana de Chihuahua se da sobre las áreas naturales debido al “bajo” costo económico de los predios que se encuentran bajo propiedad agraria o ejidal, pero que una vez urbanizados los terrenos el valor se dispara. A esto se le llama “especulación” y trae consigo grandes ganancias para un grupúsculo, mientras los salarios siguen siendo los mínimos para la “mano de obra”. El resultado es la obstrucción de ríos, arroyos y pasos de agua, perdida de suelo de captación de agua, perdida de cobertura vegetal que ayuda a la filtración y retención de agua y suelo, en suma, la contaminación y perdida irremplazable de las cuencas, aguas subterráneas, aguas superficiales y toda la capacidad hídrica para mantener el consumo vital de la población y las actividades económicas. Imagínense pensar que se puede sostener un crecimiento caótico sin pensar primero en los recursos que deben sostener este desarrollo, sobre todo en el vital líquido del cual depende la vida de todos los seres.
3. El cambio climático es una realidad que los países más avanzados buscan enfrentar como una cuestión de vida o muerte. En las cumbres de las naciones unidas y en la comunidad científica se hace un llamado urgente para tomar acciones contundentes que puedan mitigar los efectos de la crisis climático y aportar soluciones, sobre todo para que las poblaciones más vulnerables se adapten. La urbanización de cerros y arroyos, así como del suelo de valor ambiental, ocasiona mayores sistemas de alta presión atmosférica, que alejan las nubes de las ciudades. Con cemento en lugar de pastizales y bosques, la temperatura aumenta. Los escurrimientos de agua elevan su velocidad, aumentando así el riesgo de inundaciones. Los desastres “naturales” como tornados y sequías también se fortalecen y se vuelven más frecuentes. La ciudad expandida hace que todos estos riesgos se vuelvan más y más inminentes. No se puede ser una persona serie y no considerar todos estos factures antes de promover acciones urbanas… ¿Y qué creen? Ningún gobierno local, ni estatal ni federal, ha tomado acciones precisas para enfrentar esta grave realidad.
A esto debemos agregarle el hecho de que la calidad de vida no ha aumentado significativamente. Las poblaciones marginadas sobreviven sin acceso a los servicios urbanos básicos, como la Col. Adición Rubén Jaramillo en el Cerro Coronel. La delincuencia y la violencia crecen junto con la ciudad, mientras la movilidad urbana se dificulta cada vez más, el paisaje urbano se llena de murallas y rejas, los valores del tejido social se pierden así como la identidad y la cultura histórica que aporta un sentido de vida y de pertenencia y mientras la sociedad civil organizada lucha y alza la voz con movimientos como “Salvemos los Cerros” los poderes políticos y económicos actúan como si no fueran sus hijos y nietos quienes tendrán que pagar las consecuencias de su pésima planeación.
Es duro leer esto, pero así es la verdad: sin adornos. Esto dispuesto a debatir públicamente estos puntos con cualquier persona que lo desee. Es necesario conocer la verdad para tomar consciencia. Es necesario tomar consciencia implementar soluciones verdaderas. Sin Cerros no hay agua, sin agua no hay vida.